Me sentí flotar hasta mi destino, pero nunca llegaba a el. Un velo cubría mi cuerpo y guiaba mi camino, pude percibir al final de esa inmensidad oscura una hermosa y cegadora luz. No es que quisiera o que tuviese que ir de forma forzada, lo único que sabía era que tenia que estar allí si o si… Al cruzar la claridad el manto se desprendió de mi quedándose sumido en la opacidad.

¿Qué? ¿Qué había al otro lado?
¿Qué lado?
¿Quién soy?
Y…¿Dónde estoy?


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Siempre al otro lado de algo. Un saludo.
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Muy lindo microcuento. Me ha gustado y dejado con curiosidad sobre lo que la lleva a perder la memoria.
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